Un hombre llamó a la puerta de un amigo beduíno para pedirle un favor:
-Necesito que me prestes cuatro mil dinares para pagar una deuda que tengo. ¿Podrías hacerlo?
El amigo le pidió a su mujer que reuniese todo lo que tenían, pero ni siquiera con esto fue suficiente. Hubo que salir a la calle, y pedirles dinero a los vecinos, hasta alcanzar la cantidad requerida.
Cuando el hombre se marchó, la mujer se dio cuenta de que su marido estaba llorando.
-¿Por qué estás triste? ¿Porque tienes miedo de que, ahora que nos hemos endeudado, no consigamos pagar lo que debemos?
- No, no es por eso. Lloro porque el que nos acaba de visitar es un amigo al que quiero mucho, y a pesar de eso yo no sabía nada de su situación. Sólo me acordé de él cuando se vio obligado a llamar a mi puerta para pedirme dinero prestado.
- Paulo Coelho -
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